Te voy a contar una pequeña historia y una lección que la fiebre del oro dejó para los negocios y que perdura a lo largo del tiempo.
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Lección que la fiebre del oro dejó para los negocios
Mark Twain fue un escritor norteamericano a la vez que un gran aventurero que le llevó a encontrar en sus propias vivencias la inspiración para muchas de sus grandes obras literarias. Era muy dado a las citas y hay una de ellas que viene a colación de lo que te quiero comentar en este artículo.
«Durante la fiebre del oro, es un buen momento para dedicarse al negocio del pico y la pala»
Mark Twain
Mira, James Marshall fue un carpintero que avisó de que había oro en el río American en California. Esto fue en el año 1848 y fue el pistoletazo de inicio de la famosa fiebre del oro en California, una de las historias más legendarias que todo estadounidense contaba a sus hijos.
Todo empezó en 1848 cuando Marshall vio unas manchas brillantes en su canal. Puso en la palma de su mano varias piezas e intentó dilucidar si se trataba de hierro brillante o de oro. Para ello recordó lo que antaño le había enseñado su padre: hervirlo en jabón de lejía y martillándolo para comprobar su maleabilidad. Y observó que efectivamente se trataba de oro de 23 quilates.
La noticia no tardó en correr como la pólvora y de pronto la zona fue inundada literalmente por buscadores ansiosos de oro. Marshall se vio abocado a dejar su tierra e irse porque la llegada de miles y miles de personas acabaría con la forma de vida de esos lugares, aparte que la historia mostraba que en este tipo de éxodos masivos llegaban muchos vagabundos, delincuentes y prostitutas.
Casi todos llegaban por mar, buena parte de ellos desde la costa este de Estados Unidos y se les llamaba Argonautas porque su travesía duraba 5-8 meses. Otros llegaban desde Nueva Zelanda, Australia, China, Francia, Inglaterra, Alemania e Italia.
Nueve años después, Marshall regresó y se dedicó a su viñedo, pero la cosa no funcionó como él esperaba debido a los elevados tributos fiscales y a que era un negocio saturado. Así que decidió buscar oro pero tampoco tuvo fortuna. Finalmente murió en la ruina viviendo en una pequeña cabaña en el año 1885.
Años después, la Native Sons of the Golden West le erigió un monumento con una estatua de su figura señalando el lugar donde hizo su descubrimiento de oro en 1848.
Si hubo una lección que la fiebre del oro dejó para los negocios fue la siguiente:
Es fundamental descubrir las tendencias pronto si se quiere obtener buenas plusvalías en los mercados. En la famosa fiebre del oro solo sacaron tajada los primeros en llegar al lugar. La gran mayoría, por tanto, no lograron nada, mientras que los que hacían buen negocio fueron los comerciantes que se dedicaban a venderles y suministrarles cosas (comida, utensilios para encontrar oro). Por eso siempre se ha dicho que cuando se vaya a invertir en un negocio, hay que localizar a los comerciantes y no a los mineros.