Vamos a ver los diferentes tipos de tarjetas bancarias que hay y ojo porque hay bastantes y seguro que no conoce todo de cada una de ellas.
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Los diferentes tipos de tarjetas bancarias
Las tarjetas bancarias forman parte de nuestra vida cotidiana y raro es ver una persona sin tarjetas. Todos sabemos para qué sirven (retirar y sacar dinero en efectivo de los cajeros automáticos, y pagar con ellas).
Pero existen varios tipos de tarjetas y es importante conocer todo sobre cada uno, más que nada para saber qué clase de tarjeta es la que más nos conviene utilizar atendiendo a nuestro estilo de vida personal y profesional.
– Tarjeta de débito: es la más habitual, la que todo el mundo tiene, la que se entrega gratuitamente cuando abrimos una cuenta bancaria. Nos permite retirar dinero de los cajeros automáticos, y pagar en establecimientos. El importe de la operación se descuenta automáticamente del saldo disponible en la cuenta. Por lo tanto, si no hubiera suficiente dinero en la cuenta, no se podría llevar a cabo, salvo los buenos clientes, en cuyo caso sí se puede porque es el banco el que paga por nosotros y tendremos la cuenta en rojo, en descubierto y entonces le deberemos de devolver al banco dicho importe con intereses.
Este tipo de tarjeta suele tener comisiones más bajas que las de crédito o, incluso pueden ser gratuitas.
Tienen por defecto un límite diario de retirada de efectivos del cajero automático, así como un límite diario a la hora de pagar. Pero se puede cambiar dichos límites, ampliándolos o reduciéndolos.
No se pagan intereses, ni existen pagos aplazados ya que se está utilizando fondos propios del titular. Para poder disponer de una tarjeta de débito se debe disponer de una cuenta bancaria en la entidad emisora de la tarjeta.
– Tarjeta de crédito: permite aplazar los pagos de las compras, financiar operaciones o disponer de dinero para realizar los gastos que sean necesarios dentro de unos límites de tiempo y de cantidad. Esta es la principal diferencia respecto a la tarjeta de débito, en la que las operaciones se cargan automáticamente en la cuenta contra el saldo disponible. En el caso de la tarjeta de crédito, no es preciso que en el momento de la compra se disponga de ese importe.
Se puede elegir el pago total sin intereses, de modo que se aplaza el pago de todas las compras que se hayan hecho con la tarjeta y se puede elegir el pago aplazado o aplazamiento de una compra determinada, que consiste en devolver la cantidad de dinero que se haya dispuesto en varios plazos con un tipo de interés (en este caso, se puede elegir una cuota fija a pagar cada mes o, en el caso de aplazar una determinada compra, fijar un plazo para devolver todo el importe). En el caso de aplazar los pagos, el interés a pagar será mayor.
Los bancos suelen pedir una serie de requisitos antes de conceder una tarjeta de crédito, como por ejemplo ser mayor de edad, tener una cuenta bancaria para domiciliar el pago del dinero prestado, tener capacidad económica para cumplir con las obligaciones de pago (solvencia).
Por tanto, con la tarjeta de crédito se puede disponer de dinero sin tener fondos en la cuenta asociada, es decir, el banco está prestando el dinero utilizado a través de una línea de crédito que se abre con la firma del contrato de tarjeta.
– Tarjeta revolving: permite aplazar el pago de las compras o disponer de dinero en efectivo. Se puede elegir la cuota a pagar cada mes o bien un porcentaje de la deuda pendiente. A medida que se vaya pagando, se vuelve a tener disponible el crédito. Al ser una línea de crédito siempre se le aplicará el tipo de interés pactado y las comisiones correspondientes.
Se parece a las tarjetas de crédito, pero se diferencian en la forma en que se realiza el pago aplazado: mientras en las de crédito se puede elegir si pagar una parte o el total de la deuda, en las tarjetas revolving el importe adeudado se abona través del pago de una cuota mensual fija que el usuario puede modificar en cualquier momento, aunque suele tener porcentaje máximo y mínimo para la cuota mensual por lo que no se puede cancelar la deuda de una sola vez. Una vez agotado el límite máximo el usuario puede volver a disponer del crédito a medida que va pagando las cuotas mensuales. Las tasas de intereses que se cobran en este tipo de tarjetas son más altos que en las tarjetas de crédito común, por encima del 20% TAE.
– Tarjeta prepago: son ideales para realizar gastos diarios, compras ‘online’ o sacar dinero del cajero. Este tipo de tarjetas se pueden cargar con la cantidad de dinero que se desee, dentro de los límites que establezca la propia entidad, para realizar compras de productos y servicios.
Una de sus grandes ventajas es que el usuario puede controlar los gastos, ya que no permiten gastar más dinero del que se tenga disponible y se pueden recargar las veces que sea necesario.
Así pues, son parecidas a las tarjetas de débito ya que el cliente solo puede disponer del saldo exacto que tiene en la tarjeta. Sin embargo, mientras la tarjeta de débito va asociada a una cuenta abierta en una entidad de crédito y dispones del saldo que haya en la cuenta, con las tarjetas prepago solo se puede disponer del saldo que se haya cargado previa y voluntariamente.
– Tarjetas virtuales: ideales para realizar compras a través de internet, evitando el uso de efectivo o tarjetas físicas. No tienen formato físico, pero sí llevan asociadas una serie de datos, similares a los de las tarjetas físicas para operar, como el número de la tarjeta, la fecha de caducidad o el código de verificación CVV.
Estas tarjetas son recargables y solo permiten gastar el saldo que se tenga disponible, lo que facilita el control de los gastos.
– Tarjetas de comercio: son tarjetas emitidas por entidades no financieras, normalmente grandes superficies que se dedican a la distribución minorista. Estas tarjetas permiten financiar al cliente compras en el propio establecimiento y, además pueden tener ventajas en el establecimiento para quien la utilice (aparcamiento gratuito, devolución de un porcentaje de las compras, etc).
Los intereses por financiar el saldo de la tarjeta son más altos que los normales. La TAE supera el 20%.