A muchas personas les podrá chocar o cuanto menos resultar algo extraño que estando todavía Europa inmersa en una crisis económica, Alemania esté empezando a decir que habría que comenzar a subir los tipos de interés.
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Alemania le tiene pánico y pavor a la inflación, es algo histórico que viene de muy lejos (la gran inflación que sufrió en los años 20).
Y es que Alemania no quiere que suceda lo que vimos hace unos años cuando la inflación empezó a superar la barrera clave del 2% y el Banco Central Europeo empezó a hablar de tomar medidas al respecto pero finalmente ni subieron las tasas de interés ni tampoco minimizaron el balance.
Como les decía, en Alemania temen a la inflación más que a nada en el mundo, basta recordar por ejemplo hace nueve años cuando diario germano Der Spiegel sacaba en portada a toda plana el siguiente titular: «Cuidado, inflación, la sigilosa expropiación de los alemanes». Sí, tienen claro que una elevada inflación termina por llevarse los ahorros de los ciudadanos, siendo una expropiación en toda regla, sibilina y silenciosa, pero expropiación al fin y al cabo. Lo que ocurre es que con una expropiación clásica (cuando por el interés general el Estado te quita algo tuyo privado, por ejemplo, para hacer una carretera necesitan que pase por tus tierras, de manera que te la quita) al menos te compensan, te indemnizan (otra cosa es que el precio sea justo o no, pero eso ya es otro debate). Pero la inflación es una expropiación y nadie indemniza a nadie.
Y sí, el temor germano viene de hace mucho tiempo, en los años 20, concretamente en 1923. El Faro de Vigo lo comentaba muy bien hace tiempo: un dólar valía 4,20 marcos y pasó a valer 4,2 billones.
La inflación es una subida continuada de los precios de los bienes y servicios que consumimos, y está directamente relacionada con la actividad económica. Una inflación elevada es una lacra para cualquier economía, ya que supone un encarecimiento general del coste de la vida. Aquí puede leer lo que escribí en su día sobre la inflación para saber todo lo que hay que saber acerca de ella.
Es verdad que existe la creencia de que la inflación es negativa para los mercados financieros, de ahí su temor por parte de los inversores. Bueno, es correcto, pero con matices, ya que no cualquier inflación. Hay un estudio muy interesante que analiza al S&P500 y la inflación desde el año 1955 y la conclusión es que la inflación ha de ser al menos del 3,8% para tener efectos negativos y que a partir del 6% es cuando realmente daña a la renta variable.
¿Y cómo nos podemos proteger frente a la inflación? Veamos algunas maneras:
– El cobre sirve como medidor del estado de la economía y también para protegerse de la inflación. Hay un dato muy revelador al respecto: por cada +1% de crecimiento anual en el índice de precios al consumidor desde el año 1992, el cobre subió casi un +18%, mientras que el oro subió un +5,2%.
– Hay fondos de inversión que se pueden beneficiar de la inflación, tales como el Nordea Global Listed Infraestructure Fund y el Global Infrastructure Fund.
– Los bonos TIPS, títulos del tesoro protegidos contra la inflación, bonos americanos cuya rentabilidad está ligada a la inflación. Pagan semestralmente un interés sobre su nominal, el inversor recibe semestralmente su cupón. La diferencia con los clásicos bonos es que el capital nominal del bono se revisa semestralmente en función de la inflación. Es por ello que los intereses recibidos fluctuarán en función del capital inicial del bono ajustado a la inflación, y que el valor al vencimiento del bono se verá ajustado con la inflación.